quarta-feira, 22 de julho de 2009

Aquel superclásico de la pelota naranja

La mítica pelota naranja reposa en el museo riverplatense

Alonso anticipa a Gatti y convierte de cabeza el primero

Las realidades de los dos grandes equipos argentinos durante la temporada 1985/86 eran muy diferentes.
Mientras River contaba con grandes jugadores como Francéscoli, Alfaro, Alonso, Morresi, Ruggeri, Gallego, Héctor Enrique y Amuchástegui entre otros dirigidos por el “Bambino” Veira, Boca estaba saliendo de una profunda crisis futbolística, económica y sobre todo institucional. Muchas de sus figuras habían migrado y gracias al aporte de “Puma Internacional” una empresa dedicada a la representación de jugadores perteneciente al cantante venezolano José Luis Rodríguez habían llegado procedentes de Atlanta Alfredo Graciani, Enrique Hrabina y Hernán Darío Gómez. El boliviano Milton Melgar y Carlos Tapia le aportaban la dosis de calidad a un equipo aguerrido con una de las defensas más duras que se tenga memoria.
River tuvo un paso arrollador por el torneo que le permitió consagrarse merecidamente campeón ante Vélez 5 fechas antes del final, pero no había podido dar la vuelta olímpica por invasión del público en el estadio Monumental de Nuñez.
En la siguiente fecha debía disputar el superclásico en la Bombonera, estadio de su eterno rival Boca Juniors y los de la banda roja, y sobre todo sus fanáticos, querían dar esa postergada vuelta.
Durante toda la semana previa solo se hablaba de eso, el partido había pasado a un segundo plano, hasta que hizo su aparición una invitada inesperada: la pelota naranja.
Cuenta la leyenda que Hugo Orlando “el loco” Gatti había pasado durante la semana por la fábrica local de Adidas buscando una pelota con un color que resaltara, puesto que se esperaba una lluvia de papelitos, cintas y serpentinas blancas con la salida de los equipos que taparían gran parte del campo de juego e impedirían ver con claridad la pelota.
Le ofrecieron una pelota modelo Tango, la misma de los mundiales 1978 y ´82, color naranja. Él recordó un partido que había disputado sobre la nieve en Kiev atajando con la selección argentina ante la Unión Soviética en 1976 y la aprobó.
Las autoridades de Boca le sugirieron al árbitro Francisco Lamolina la utilización del citado balón y el referee estuvo de acuerdo.
El clásico tenía un sabor especial para ambos equipos. Para los millonarios era la oportunidad de dar la vuelta en la casa de su eterno rival y además querían ganarles, como había sucedido en la primera rueda con aquel zapatazo de Alejandro Montenegro en el Monumental, se sabían superiores y no tenían ninguna presión, ya habían logrado el ansiado título después de 5 años de continuos fracasos.
Boca quería arruinarle la fiesta a su rival y además soñaba con llegar a la liguilla final que clasificaba equipos para la Copa Libertadores que comenzaría después del Mundial de México.
Llegó el tan ansiado día del partido y cuando salió River a la cancha y tal como se preveía una densa nube de serpentinas cubrió el sector del arco de la tribuna cabecera que da espaldas a calle Brandsen donde los se ubicaban los hinchas del millonario. Los jugadores agradecieron con aplausos y elevaron sus brazos como ofrenda y comenzó la tan ansiada vuelta, que en realidad fue “media vuelta”, ya que para no exacerbar a los hinchas más radicalizados de Boca y en resguardo de su propia integridad física decidieron suspenderla cuando regresaban hacia la mitad del terreno.
La pelota naranja se puso en juego y tal como se suponía River era quien mejor la trataba, pero no lograba prosperar en el campo por la labor de los mediocampistas xeneizes, y si superaban la línea de volantes, eran sometidos a una férrea marca de los defensores de Boca que a veces terminaban en violentas faltas.
A raíz de una de esas faltas sobrevino el tiro libre desde la derecha ejecutado por Roque Alfaro y el “Beto” Alonso entrando por el segundo palo pudo conectar de cabeza al gol ante el cierre desesperado del veterano Gatti que no pudo llegar.
En el segundo tiempo y con la pelota blanca original en lugar de la naranja (porque se retiraron la mayoría de los papelitos) Boca tuvo chances para empatar, inclusive jugó en superioridad numérica por expulsión de Montenegro. Pero faltando 5 minutos se cobró un tiro libre a favor de River y el zurdazo de Alonso pegó en la cabeza de Passucci, quien estaba en la barrera, desviando el balón y descolocando completamente a Gatti quien nada pudo hacer para evitar el gol.
Sin dudas Alonso tuvo una de las mejores tardes de su experimentada trayectoria y en el club de sus amores del cual se había ido en 1981 por desacuerdos con el entonces entrenador Alfredo Di Stéfano.
Transcurrió el encuentro hasta el final coronado por los vítores y aplausos de la parcialidad visitante que pudo observar una auténtica exhibición de fútbol.
Ese River se consagraría campeón de América y del mundo gracias al aporte de Juan Gilberto Funes y Alzamendi, quienes reemplazarían a Francéscoli y Amuchástegui transferidos a Francia y México respectivamente.
Boca mientras tanto ganaría la Liguilla clasificando a la Copa Libertadores y sucumbiendo en su grupo precisamente frente a River Plate.
La pelota naranja fue donada por el árbitro al museo de River Plate, donde actualmente está en exposición.

Síntesis del partido:

Boca (0): Gatti; Di Natale, Higuaín, Passucci, Hrabina; Melgar, Olarticoechea, Hoyos (Dykstra), Tapia; Rinaldi y Graciani. DT: Mario Zanabria.

River (2): Pumpido; Saporiti, Ruggeri, Karabín (Borelli), Montenegro; H. Enrique, Gallego, Alfaro, Morresi; Amuchástegui (Gorosito) y Alonso. DT: Héctor Veira.

Jugado el 6 de Abril de 1986
Estadio: Boca Juniors
Árbitro: Francisco Lamolina
Goles: Alonso 31´y 80´.

Incidencias: Expulsado Montenegro a los 65´.

Espectadores: 39.130

Nenhum comentário: