terça-feira, 4 de agosto de 2009

El partido que cambió la historia

Fig. 2

Fig. 1
El miércoles 25 de Noviembre de 1953 se jugó en el aristocrático césped de Wembley en Londres un encuentro que dividió en dos a la historia del fútbol del Siglo XX sentando las bases de la táctica moderna.
Se enfrentaban el equipo local y Hungría y el resultado de ese partido determinaría la muerte del sistema WM a manos de una versátil novedad que se transformaba en 4-2-4.
Tras la segunda guerra mundial por fin los maestros ingleses se habían decidido a abandonar las islas británicas y participar de encuentros y giras internacionales. Duras habían sido las derrotas ante los bravos españoles y los amateurs de Estados Unidos, pero el cansancio del viaje a tierras brasileras y la falta de adaptación fueron razones para minimizar el fracaso.
En Europa seguían siendo una de las mayores potencias y lo habían reafirmado en 1948 demoliendo a los italianos, que tenían la base del poderoso Torino, por 4-0 en Turín.
Como locales apenas habían sufrido un par de derrotas frente a sus vecinos escoceses (1-3) en Wembley y frente a los irlandeses (0-2) en Goodison Park, ambas en 1949. Ninguna selección no británica había podido doblegarlos en suelo inglés. Hasta que aparecieron los magiares.
Gustav Sebes había seleccionado una base de jóvenes jugadores del Honvoed y el MTK Hungaria y les había transmitido sus ideas de un juego libre siguiendo la escuela del Danubio de preguerra junto a modernos conceptos tácticos. Los húngaro se consagraron campeones olímpicos en Helsinki 1952 sorprendiendo por su rapidez y preciso toque corto, su elegante técnica y su incontenible ataque. Contaba con figuras de la talla del zurdo capitán Ferenc Puskas, Nandor Hidegkuti, Sandor Koscis, Zoltan Czibor, Jozsef Bozsik y al momento de enfrentar a los británicos llevaban 24 partidos invicto desde 1950 aunque sus últimos resultados no habían conformado a la prensa local que tampoco les auguraba un buena visita a Wembley.
Los británicos habían invitado a los magiares para confirmar su superioridad, pero solamente habían escuchado hablar de Puskas y sus muchachos, nunca los habían visto jugar.
Confiaban en su juego de pelotazos largos, desborde y búsqueda del oportuno cabezazo, contaban para ello con el temibles wing derecho Stanley Matthews dueño de una extraña habilidad y precisión en el centro para la llegada de Stan Mortensen y Jackie Sewell. Jugaba también el mítico capitán Billy Wright y alguien que años después aprendería mucho de esta lección Alf Ramsey, futuro campeón mundial en 1966 quien estaba jugando su último encuentro internacional.
A los húngaros no se les permitió entrenar en Wembley y fue desechada su intención de no usar la pesada pelota británica durante más de un tiempo.
La primer sorpresa que recibieron esa tarde los ingleses fue que la ubicación en el campo de juego de los húngaros no se correspondía con los números de sus casacas, pensaron que se trataría de un toque de excentricidad de los visitantes. Fue así que el defensor central Harry Johnston acudió a la marca del nº 9 Hidegkuti que se desmpeñaba como insider en lugar de centrodelantero, dejaron sin marcas al nº 8 Kocsis y al nº 10 Puskas pensando que eran insiders cuando en realidad eran centroforwards. El desconcierto en las marcas fue terrible y la inferioridad numérica ante el permanente cambio de posiciones sumado a la propia habilidad de los del Danubio provocaron la tragedia.
La segunda sorpresa fue encontrarse perdiendo al minuto de comenzado el partido y tras un fuerte y efectivo disparo del Hidegkutti tras un corto quiebre de cintura.
Sin dudas la táctica fue el complemento a esa natural técnica que consagró al cuadro magiar como uno de los mejores de la historia. El cambio táctico fundamental fue el retraso de Hidegkuti a posición de media punta y el adelantamiento de los volantes Puskas y Kocsis para jugar como arietes y junto a los extremos Budai (derecho) y Czibor (izquierdo) formar una línea de 4 atacantes que superaba en número a los 3 defensores ingleses. A pesar de esta modificación el sistema permitía cierta elasticidad, puesto que Hidegkuti realizaba incursiones ofensivas arrancando desde atrás e intercambiaba posiciones con Puskas, cuando los ingleses se dieron cuenta y trataron de retarsar al volante central Wright los húngaros respondieron con la subida por sorpresa de Bozsik a quien Zakarias cubría por detrás, a veces subían los laterales de la defensa Buzanzsky y Lantos que llegaban a la línea de medios con facilidad (Fig. 1).
Tantos jugadores en ataque podían llegar a ser un problema cuando el rival tenía el control del balón, los medios retrocedían, Zakarías se replegaba y se formaba una línea de 4 defensores junto al libre Lorant y los citados laterales, y hasta en algunas ocasiones cuando el equipo estaba muy adelantado el arquero Groscis se atrevía a jugar como una especie de líbero. Quedaba entonces mucho espacio entre la línea defensiva y el ataque por lo que se aprovechaban muy bien los contraataques dirigidos por Boszik (gran recuperador y distribuidor de pelotas), Hidegkuti y Puskas, todos ellos excelentes lanzadores y con gran manejo de la pelota (Fig. 2).
Toda una síntesis de fútbol moderno veinte años antes de la Holanda de Cruyff.
Tuvo chances Hungría en los primeros 10 minutos para aumentar, inclusive se anuló un gol de Hidegkuti tras una pared con Puskas por supuesto off side.
A los 14 minutos llegó el empate inglés que a la postre sería el único festejo de los asistentes a Wembley esa tarde. Sewell marca tras un profundo pase de Mortensen.
Sin embargo 5 minutos después los magiares vuelven a desnivelar cuando tras un penal de Johnson a Puskas que el referee no sanciona, Hidegkuti toma un rebote y bate al arquero inglés con un derechazo rasante.
Budai gana por enésima vez la espalda a Eckersley y coloca un centro corto que es capturado por Puskas al borde del área chica, el capitán húngaro pisa la pelota hacia atrás haciendo pasar escandalosamente de largo al capitán inglés y con su misma pierna izquierda la acomoda y remata al primer palo de Merrick. Es la apoteosis del fútbol, a partir de ese gol los ingleses saben que van a perder, no hay manera de detener el incesante ballet húngaro.
Tres minutos después llega el cuarto tras un tiro libre rasante de Bozsik que es desviado en el camino por Puskas descolocando al arquero inglés.
Queda tiempo para el descuento inglés por intermedio de Mortensen en una jugada muy parecida al primer gol entrando por el centro de la defensa húngara.
Termina un primer tiempo vibrante con el resultado 4-2 a favor de los magiares y una insospechada superioridad en el campo de juego.
Inglaterra sale a quemar las naves, se lo pierde Matthews ante Groscis. Hungría espera para lanzar el contraataque y tras una falta a favor cabeceada por Kocsis al palo, elk genial Bozsik toma el rebote fuera del área y con un tremendo derechazo coloca el quinto gol.
De pronto una sucesión de pases de malabarismo incluyendo dos cabezazos y el pase final de Puskas por elevación, Hidegkuti coloca de sobrepique el sexto y definitivo gol.
El público inglés premia con aplausos la resolución de la jugada, es la síntesis del fútbol exquisito: técnica más precisión.
Minutos después Alf Ramsey de penal coloca cifras definitivas al marcador: Hungría 6 Inglaterra 3.
El resto del segundo tiempo estuvo de más y solo sirvió para que los húngaros se floreen y los ingleses se adelanten gracias al juego de Matthews y Mortenses quienes dispusieron de algunas oportunidades ante Grocsis.
El Balance final del partido cuenta 35 remates al arco de los húngaros contra 5 de las británicos. Todo un resumen de lo ocurrido en el field.
Siete meses más tarde sería la revancha en Budapest y los húngaros demostrarían con un lapidario 7-1 que este triunfo no había sido casual.
La historia después es conocida, lo magiares perderían inexplicablemente la final del Mundial de Suiza ´54 con los alemanes y tras la invasión soviética de 1956 el equipo se desarmó, pues Puskas brillaría en el Real Madrid al igual que Czibor y Kocsis en el Barcelona. Solo Bozsik y Grocsis jugarían en el Mundial de Suecia ’58.
Los ingleses comenzarían un derrotero que culminó con el título en casa en el Mundial 1966 con algunos puntos oscuros y sospechas nunca aclaradas.
Pero esas son otras historias.

Síntesis:
Inglaterra: Gil Merrick (Birmingham City) – Alf Ramsey (Tottenham Hotspur), Bill Eckersley (Blackburn Rovers) – Billy Wright (Wolverhampton Wanderers) (c), Harry Johnston (Blackpool), Jimmy Dickinson (Portsmouth) – Stanley Matthews (Blackpool), Ernie Taylor (Blackpool), Stan Mortensen (Blackpool), Jackie Sewell (Sheffield Wednesday), George Robb (Tottenham Hotspur) DT: Walter Winterbottom
Hungary: Gyula Grosics (Honvéd) 76´(Sándor Gellér (MTK Hungária FC)) , Jenő Buzánszky (Dorog), Mihály Lantos (MTK Hungária FC), József Bozsik (Honvéd), Gyula Lóránt (Honvéd), József Zakariás (MTK Hungária FC), László Budai (Honvéd), Sándor Kocsis (Honvéd), Nándor Hidegkuti (MTK Hungária FC), Ferenc Puskás (Honvéd), Zoltán Czibor (Honvéd) DT: Gusztáv Sebes
Goles: 1´, 20´ y 53´ Hidegkuti (H); 13´ Sewell (I); 20´y 24´ Puskas (H); 38´ Mortensen (I); 50´ Puskas (H); 53´ Ramsey (I) de penal.
Arbitro: Leo Vieky (Holanda)


Estadio: Wembley, Londres


Espectadores: 100.000

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