sexta-feira, 20 de novembro de 2009

La leyenda del Estudiantes de Zubeldía (1ra. parte)

Una formación del Estudiantes en la Copa Libertadores 1969. Arriba: G. Flores(arquero suplente), Pachamé, Poletti, Malbernat, Aguirre Suárez, Madero y Medina. Abajo: Ribaudo, Bilardo, Conigliaro, E. Flores y Verón.
El cabezazo de Verón viaja rumbo a la red en Old Trafford




El maestro y su discípulo: Zubeldía y Bilardo





Esta es la historia del equipo que dividió las opiniones de los aficionados al fútbol argentino durante décadas y hasta nuestros días.
Por un lado están los acérrimos defensores del resultado por sobre el desarrollo del juego a través de la táctica y los esquemas pergeñados con un gran trabajo de entrenamiento que pregonan que los títulos no se merecen sino que se ganan.
Por el otro están los enamorados del fútbol de toque, gambeta y circulación de pelota, poco atado a las rigideces y entusiastas de la técnica individual de los jugadores que sugieren que para ganar títulos es necesario jugar mejor que el rival.
El equipo de Estudiantes de la Plata entre los años 1967 y 1971 fue el fiel reflejo de los conceptos del primer grupo. Los “pincharratas” llamados así por la filiación de sus fundadores, quienes eran estudiantes de medicina de la Universidad de la Plata, arrasaron con cuanto torneo disputaron durante ese lustro.
El equipo había descendido en 1963, pero como la AFA anuló los descensos el año posterior, el equipo se mantuvo en la primera división.
Se presentó un trabajo en divisiones inferiores organizado por Juan Urrolabeitia que serviría para preparar futuros jugadores. El entrenador Osvaldo Zubeldía, quien asumió como DT en 1965 proveniente de Atlanta y Miguel Ignomiriello quien se hizo cargo en las divisiones inferiores fueron los artífices del armado del equipo por cuanto un grupo de juveniles entre los que se encontraban Carlos Pachamé, Eduardo Flores, Juan Ramón Verón, Juan Echecopar, Alberto Poletti Aguirre Suárez y Oscar Malbernat ganó ese mismo año el torneo de 3ra división recibiendo el mote de “la tercera que mata”.
Con la llegada de Carlos Bilardo de Depotivo Español y Marcos Conigliaro de Chacarita se terminó de conformar el equipo que 2 años después trinfaría en el torneo metropolitano.
La columna vertebral del equipo estaba formada por al “flaco” Poletti, arquero de gran alcance de brazos y gran seguridad que en ocasiones que el equipo se adelantaba cumplía a la perfección el papel de líbero; Raúl Madero defensor central de precisa y potente pegada y elegante salida que en el comienzo de su carrera era volante central y Zubeldía lo colocó de último hombre; Ramón Aguirre Suárez, temperamental defensor central que nadie quería enfrentar, durísimo en el juego aéreo como en la marca personal, sin ningún tipo de escrúpulos a la hora de imponer su presencia; “Cacho” Malbernat, lateral izquierdo de buena marca y proyección que también podía cambiar de banda; Carlos Pachamé, volante con gran despliegue y patrón del mediocampo; Carlos Salvador Bilardo, el técnico dentro de la cancha, jugador con preciso quite y buena distribución, ejecutor de tiros libres y fenomenal tiempista¸ Juan Ramón “bruja” Verón, habilidoso y veloz puntero que también podía hacer la diagonal, gran definidor y buen cabeceador, padre de Juan Sebastián algunos años después. También se destacaron Manera, Togneri, Medina, Flores, Conigliaro, Romeo y Echecopar, pero lo más importante del equipo era que todos se complementaban y los que habitualmente no eran titulares sabían perfectamente cual era su función dentro de la cancha. Eso lo transformó en un equipo incómodo para enfrentar y no resultban extrañaban las quejas que oponían sus ocasionales adversarios.
Osvaldo Zubeldía era un trabajador incansable, gran organizador y estudioso de los rivales. A partir de su prédica se hicieron conocidas las concentraciones previas a los partidos, los entrenamientos diarios a doble turno, el trabajo de “laboratorio” con pelota parada a favor y en contra.
El equipo asombró a todos provocando intencionalmente el offside del rival cuando adelantaba su línea defensiva con una perfección asombrosa ante un pase en profundidad del adversario. El técnico había tenido la idea tras observar partidos de la selección checoslovaca y lo había conformado con una visita de Hungría a la cancha de Boca en 1964. Madero generalmente era el encargado de dar la orden por ser el más retrasado de los defensores.
Inventó también los corners con pierna cambiada para complicar a los arqueros cuando la pelota llegaba con efecto y las jugadas preparadas en los tiros libres, y el centro al primer palo para que un jugador la “peine” hacia atrás descolocando a los marcadores rivales, algo de lo que en el ámbito local nadie tenía conocimiento pero que trabajaban los equipos italianos y que inclusive era visto de soslayo por los cultores del fútbol espectáculo quienes dejaban todo librado a la inspiración del jugador e insistían que practicar esas jugadas era una pérdida de tiempo.
Fue así que Estudiantes llegó a la final del Campeonato de 1967 superando angustiosamente a Platense por 4-3 tras ir perdiendo 1-3 y con 10 jugadores en la cancha por lesión de Barale desde los 30 minutos del 1er tiempo.
El 6 de Agosto de 1967 en cancha de San Lorenzo se disputó la final del torneo Metropolitano, Estudiantes venció 3-0 al durísimo Racing Club que se encontraba a las puertas de disputar las finales de una interminable Copa Libertadores con Nacional de Uruguay y estaba pagando el costo físico de jugar tantos partidos. Los goles fueron convertidos por Madero, Verón y Ribuado.
De esa manera se convirtió en el primer campeón desde 1931 que no formaba parte de los cinco grandes (Boca, River, San Lorenzo, Independiente, Racing) que habían acaparado todos los torneos desde los comienzos del profesionalismo.
No obstante y dado a la confusa organización de los torneos, Estudiantes clasificó para la Copa Libertadores del año próximo al consagrarse subcampeón del torneo Nacional
que se disputó entre Agosto y Diciembre de 1967 aunque no perdió ningún partido en dicho torneo.
Con la disputa de la Copa Libertadores comienza la época de oro del club dirigida por Zubeldía y con la preparación física de Jorge Kistenmacher sumado al conocimiento táctico de Argentino Geronazzo.
Estudiantes avanzó en la Copa hasta toparse en semifinales con el campeón Racing, venciéndolo 3-0 en la Plata y perdiendo 0-2 en Avellaneda, lo que obligó a un desempate en cancha de River que finalizó 1-1 tras 120 minutos y un recordado gol de “chilena” de Verón y catapultó al equipo platense a la final por mejor diferencia de gol en los 2 encuentros anteriores.
En la final enfrentó a Palmeiras, un típico equipo brasilero de toque y gambeta que contaba ente sus jugadores a Adhemir da Guia, Dudú, Servilio y Tupazinho, aunque contaba con algunas distracciones defensivas que podían ser fatales en una final y ante un equipo tan oportunista como el “pincha”.
Se impuso por 2-1 en su cancha tras remontar un tempranero gol de Servilio. Verón concretó el empate tras definir con un derechazo cruzado luego de dejar a 3 rivales desparramados y el “Bocha” Flores de zurda puso cifras definitivas al marcador flatando 2 minutos.
La revancha en el Pacaembú de San Pablo fue un monólogo brasilero 3-1 y por momentos con gran toque de los verdes.
Debió disputarse un tercer partido en Montevideo donde Estudiantes fue certero y cerró todos los caminos hacia el arco de Poletti. Un pelota robada por Pachamé en el medio fue hacia la derecha para la entrada de Rinaudo que clavó un derechazo letal a los 13 minutos y puso el 1-0.
Faltando 10 minutos para el final Verón tomo una pelota en el medio tras un rechazo de Medina y arrancó un fenomenal corrida que dejó a 4 rivales y al arquero por el camino y definió suave de derecha colocando el 2-0 final con un gol que no tenía nada que envidiarle al de Maradona frente a los ingleses de México ’86 y que confirmaba que en el equipo platense había un lugar para la habilidad entre tanta fuerza.
El equipo platense se convertía en el mejor de América apenas 2 años después de la llega de de Zubeldía quien fuera contratado para alejarse del descenso.
Llegó Estudiantes a la final del torneo Metropolitano ´68 frente al San Lorenzo de los matadores de “Tim”. Tras 90 minutos no pudieron sacarse ventajas y en tiempo suplementario el “lobo” Fischer con un tremendo remate desde fuera del área decretó el 2-1 y el título para los azulgranas.
Ahora era el turno del temible Manchester United de Bobby Charlton, Gerorge Best y Dennis Law que tenía todos los boletos para ser campeón del mundo, tras haber vencido en Europa a rivales de la talla del Real Madrid y el Benfica.
El primer encuentro se disputó en la cancha de Boca colmada por 60.000 espectadores y fue victoria para los locales con un cabezazo de “laboratorio” de Marcos Conigliaro tras un corner.
Estudiantes había hecho marca personal sobre los ingleses que se sintieron muy incómodos al no poder desarrollar todo su jego ofensivo, fue así que Togneri fue sobre Bobby Charlton, Malbernat sobre Best, Aguirre Suárez sobre Law y Madero libre.
Los ingleses festejaron la derrota por la mínima diferencia como un triunfo, conscientes que en su casa vencerían con comodidad a los argentinos, de hecho su fortaleza era casi inexpugnable..
Y así fue que llegó el histórico 16 de Octubre de 1968, en el estadio Old Trafford, bautizado como “la caldera del diablo”. Los jugadores argentinos soportaron una silbatina ensordecedora, proyectiles de todo tipo y el clásico grito Animals, animals! patentado 2 años atrás en ocasión de la disputa del mundial tras la expulsión de Rattín en Wembley.
Los jugadores no se amedrentaron e inclusive salieron media hora antes al campo de juego con claveles rojos y blancos para arrojar a la tribuna como una respuesta pacífica a aquellas consignas de guerra lanzadas por los medios británicos que habían asimilado los espectadores durante días y para que los propios jugadores sintieran la presión un rato antes del comienzo del partido.
El médico Jorge Marelli había escrito sobre el pizarrón del vestuario la frase: "La palabra imposible figura en el diccionario de los idiotas".
Comenzó el match con la marca férrea de los visitantes que se adueñaron del balón y a los 7 minutos generaron un tiro libre que efectuó Madero al segundo palo para la entrada de Verón que con un cabezazo batió a Stephey y silenció al menos por un minuto la “caldera”.
Con el correr de los minutos la marca de Néstor Togneri sobre Bobby Charlton como en el partido de ida comenzaba a dar sus frutos. La sólida defensa pincharrata era impasable y solamente pudo generar Manchester durante el primer tiempo una jugada real de peligro.
Inclusive un cabezazo de Verón fue salvado en la línea.
Durante el segundo tiempo aparecieron las manos magistrales de Poletti para tapar 3 goles a Charlton, Law y Morgan sucesivamente.
Los minutos pasaban y Manchester no podía alcanzar la igualdad que recién llegó en el último minuto al jugar mal Estudiantes al off-side y permitir que Morgan defina.
Hubo tiempo para un último susto con Bobby Charlton queriendo introducir la pelota con la mano y así con varios rebotes cerca del arco de Poletti, el árbitro yugoslavo Zecevic decretó el final y la consagración del equipo de Zubeldía.
El equipito que había roto la hegemonía de los 5 grandes de Argentina un año atrás se convertía pese a todos los pronósticos en el mejor equipo del mundo frente al poderoso Manchester United.
Pero su historia copera no se detendría allí, habría nuevos capítulos.
Continuará….

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