quinta-feira, 20 de maio de 2010

El ocaso del Real Madrid de las 5 copas y la consagración de Eusebio

Puskas convirtió los 3 tantos del Real Madrid, pero no fueron suficientes.
Eusebio comenzaba su exitosa carrera internacional con la conquista de la Copa



Bela Guttman, el exitoso técnino húngaro que dejó una huella en el Benfica.


El Real Madrid todavía era considerado como uno de los mejores equipos del mundo y quería demostrarlo en la Copa de campeones de Europa de 1961/62. No por casualidad había ganado las primeras 5 ediciones cuando comenzó a disputarse la misma allá por 1955.
Todavía estaban frescas las cicatrices de la eliminación de la Copa del año anterior, la cual había sido demasiado prematura , en 8vos de final frente a su archirrival -el Barça- que lo había privado de jugar su sexta final de consecutiva gracias a los pies de Kubala, Luis Suárez, Kocsis, Czibor y algunas decisiones de los árbitros ingleses que dirigieron ambos encuentros (2-2 en casa y 1-2 en el Camp Nou) perjudicando a los “merengues” según su criterio (penales no cobrados, goles mal anulados y excesivos foules no castigados). El conjunto blaugrana luego cayó en la final ante el Benfica de Portugal por 3 a 2 en un partido vibrante y con alguna responsabilidad de su arquero Ramallets.
El triunfo en la liga de la temporada 1960/61 lo habilitaba al Real Madrid para buscar la revancha europea. Se había consagrado campeón de manera holgada aventajando al otro equipo de Madrid por 12 puntos lo que da una idea cierta de su superioridad; más aun considerando que solamente perdió 2 partidos en toda la temporada y convirtió 89 goles en 30 partidos siendo Puskas y Di Stéfano los autores de la mitad de esos goles demostrando así que a pesar de superar largamente los 30 años ambos seguían siendo importantísimos en el esquema del equipo que dirigía Miguel Muñoz.
La plantilla del Madrid era una constelación de estrellas, a los consagrados Di Stéfano y Puskas se sumaban los veloces punteros Gento y Tejada, el volante central Del Sol, el uruguayo Santamaría en la defensa y el arquero Araquistaín. Jugaban prácticamente de memoria y la solidaridad dentro del equipo era admirable tanto como su fortaleza anímica que le permitía dar vuelta partidos increíbles.
En las primeras fases de la Copa superó holgadamente al Vasas húngaro y al Odense “B” – también llamado Boldklubben 1913– danés, equipos que hoy ni siquiera clasificarían para una primera fase de Champions League, pero que como en esa época jugaba el equipo campeón de cada país era muy común cruzárselos en el arranque del torneo. Los problemas comenzaron en cuartos de final frente a la Juventus. La serie arrancó con un triunfo de visitante en Turín con gol de Di Stéfano faltando casi 10 minutos.
Pero sorpresivamente el Real Madrid cayó en su estadio, donde no perdía desde 1956, por idéntico marcador con un gol marcado por el crack argentino Enrique Sívori y un férreo catenaccio de los italianos que clausuró todas las puertas al arco defendido por . Fue así que tuvieron que jugar un desempate una semana después en el Parque de los Príncipes de París donde el equipo blanco prevaleció claramente por 3-1 clasificando a la semifinal.
El Standard de Lieja fue un rival menos difícil de lo esperado y los españoles resolvieron la serie con venciendo cómodamente 4-0 en Madrid y 2-0 de visitante para llegar a la final.
Un mes antes habían ganado nuevamente la Liga superando al Barça por 3 puntos y sin tanto brillo como la anterior temporada donde se habían despedido rápido de la Copa. Ahora los esperaba el actual campeón, el Benfica, que había superado en semifinales al Tottenham inglés por 3-1 en el estadio Da Luz de Lisboa y 2-1 en Wembley.
Tal como sucediera en el Real Madrid con don Santiago Bernabeu, Joaquim Bogalho había llegado a la presidencia del club lisboeta a mediados de los 50 con intenciones de terminar con la supremacía del Sporting de Lisboa que acaparaba todas las ligas, comenzó un profundo trabajo de reestructuración que incluyo la construcción del estadio da Luz, la búsqueda de nuevos talentos en las colonias portugesas y la contratación del técnico Otto Glaria primero y el húngaro Bela Guttman a partir de 1959.
El trabajo dio sus frutos y el equipo lusitano ganó las ligas de 1960 y 1961 más la copa europea en aquella final con el Barça. El equipo se convirtió en la base de la selección que sorprendería clasificándose tercera en el mundial de Inglaterra cuatro años después, había quedado marginada de la Copa del Mundo de Chile por caer precisamente ante Inglaterra en Wembley quedando segunda en un grupo donde solamente clasificaba el primero. Su figura era un joven moreno corpulento nacido en Mozambique llamado Eusebio Da Silva Ferreira que ya asomaba como un gran goleador, a su lado estaba otro coterráneo llamado Mario Coluna quien era el director del equipo en el mediocampo, dueño de una potente pegada, fuerte y dueño de una gran técnica individual, el veterano capitán Aguas era el monumento al esfuerzo y el jugador preferido de los hinchas, Augusto además de una gran fortaleza física poseía buen juego aéreo. Ante los madridistas tenían la gran oportunidad de obtener el reconocimiento unánime de la prensa especializada en el caso de un triunfo para pasar definitivamente a la historia.
El estadio olímpico de Amsterdam fue el escenario de la final, también era holandés el referee Mr Horn que tendría alguna injerencia en el resultado final magnificada por los españoles al punto de transformarlo en el principal culpable del resultado.
La idea del técnico del Benfica era simple, tomar con marca personal a Di Stéfano y Puskas, frenar a Gento en el centro de la cancha y a partir de la pelota y a través de Augusto y Coluna distribuir el juego para que Eusebio y Aguas ganen las espaldas de Pachín y Celo y lleven peligro al arco defendido por Araquistaín.
El técnico merengue apostaba a definir rápido el partido para después hacer valer la experiencia de sus jugadores y mantener el resultado, pues a medida que pasaran los minutos las piernas de los más veteranos sentirían el esfuerzo inicial y por eso era recomendable administrar energías ante un equipo más joven y con gran velocidad.
Fue raro ver al Real Madrid enteramente vestido de azul al comienzo del match, más raro porque el Benfica conservó su vestimenta original con pantalón blanco y camiseta roja.
Comienza el partido con alternativas equilibradas aunque da la impresión que el Benfica se muestra más peligroso por algunos desaciertos de la defensa merengue, lo que obliga a Di Stéfano a replegarse para organizar el mediocampo, es así que apenas pasado un cuarto de hora recoge una pelota en defensiva y coloca un profundo pase aéreo en dirección a Puskas, quien con una larga carrera se inserta como cuña entre Mario Joao y Germano ganándoles en velocidad y bate a Costa Pereira con un fuerte remate de zurda desde el punto del penal.
Siete minutos después tras un tiro libre de Felo, Puskas domina la pelota en tres cuartos de cancha y de media vuelta bate por segunda vez al arquero lusitano con un tiro rasante y junto a un poste similar al primer gol. Todo marcha según el plan delineado por Miguel Muñoz, pero enseguida Aguas recoge un rebote en el palo tras un tiro libre de Eusebio que perforó la barrera y ante la perplejidad de los defensores españoles y la lenta reacción del arquero descuenta.
Un tiro de Eusebio nuevamente roza el palo, Real Madrid vence, pero Benfica domina y en el minuto 34 una pelota por elevación al centro del área pega en la mano por Eusebio y habilita a Cavem quien coloca el empate con un tiro desde fuera del área. Protestan los madridistas pero el árbitro holandés convalida el tanto.
A los 38 minutos Puskas tira una pared con Felo, gambetea a Germano entrando al área y pone el 3-2. Cuatro minutos después el infortunio del Real Madrid con un cabezazo de Tejada que rebota en el travesaño tras magnífico desborde y centro de Gento que le hubiera permitido aumentar la diferencia con la cual los equipos se fueron al descanso.
A los 52 minutos un avance de Coluna termina con un fuerte remate desde fuera del área que sorprende a Araquistaín entrando esquinado junto al poste y colocando nuevamente la igualdad.
El clima se enrarece dentro de la cancha, los madridistas protestan todo, por ejemplo el corte de una jugada que había iniciado Gento y tras sufrir falta de Caven y eludirlo el árbitro había marcado la infracción deteniendo una jugada que podía llevar peligro al área portuguesa sin tener en cuenta la ley de ventaja. Cinco minutos después son los lusitanos quienes protestan por un gol invalidado a Aguas por offside tras falta lanzada por Eusebio.
La lesión de Casado quien chocó fuerte con Simoes y seguirá en el partido parado como puntero derecho en una pierna, lo obliga al Madrid a reajustar sus líneas pasando Tejada al como volante derecho, Del Sol como volante central y Celo como lateral derecho. En ese cambio de posiciones Benfica intensificó sus ataques a espaldas de Pachín y Del Sol donde Eusebio, Coluna y Simoes empezaron a ganar con facilidad sobre el ala Santamaría-Celo y provocaron el desequilibrio.
Pero el colmo llegaría a los 65 cuando Aguas ingresa al área se lleva por delante a Santamaría y el árbitro interpreta que el español lo carga antirreglamentariamente señalando penal. Eusebio toma la falta y coloca el 4-3 que es protestado enérgicamente por los jugadores del Real Madrid por la sanción anterior.
El nerviosismo de los españoles provoca un minuto después una falta al borde del área. La ejecuta Coluna tocando corto para Eusebio, quien libre de marcas sentencia al vapuleado Araquistaín colocando el 5-3 que será definitivo.
El Real Madrid saca a relucir su sangre de campeón, pero al buscar la hazaña pero con un hombre menos se le reducen las posibilidades. Sin embargo Gento logra exigir nuevamente a Costa Pereira. A los 76 Di Stéfano ingresa al área y es derribado pero esta vez el árbitro interpreta que no hubo falta, como consecuencia el público mayoritariamente a favor del Benfica, pero indignado con los fallos del referee abuchean a su compatriota.
Pasan los minutos y faltando 10 Augusto hace revolcar a Araquistaín con un fortísimo disparo de derecha. Los portugueses se hacen dueños de la pelota y la hacen circular manteniendo la ventaja a veces exasperando a los aficionados sobre todo cuando la juegan con su portero.
Y así llega el final y la nueva consagración del Benfica, esta vez con total justicia sin exceptuar los fallos arbitrales. Eusebio intercambia camiseta con Di Stéfano en lo que tácitamente supone un traspaso de mando. Bela Guttman no llegará a un arreglo con los dirigentes porque a criterio de ellos solicitaba bastante dinero. Entonces se va lanzando su profética frase –Sin mí, el Benfica no volverá a ganar una Copa Europea en 100 años-. Teniendo en cuanta que ya pasaron más de cincuenta y que el equipo lisboeta perdió las finales de Copa de Campeones de 1963 ante Milan, 1964 frente al Inter, 1968 contra Manchester, 1988 vs PSV Eindhoven y 1990 cayendo ante Milan, más la UEFA de 1983 frente al Anderlecht se comenzó a hablar de la “maldición de Bela Guttman”. En ocasión de la disputa de la final de 1990 que se realizara en Viena, la dirigencia del Benfica envió una comitiva para que llevara flores a la tumba del húngaro situada en esa ciudad, pero no se pudo quebrar el hechizo.
El Real Madrid no soportó ningún hechizo, pero la veteranía de algunas figuras y el consiguiente recambio le llevarían unos años y fue así que llegó nuevamente a la final durante la temporada 1963/64 cayendo ante el Inter de Helenio Herrera por 3-1. Dos años después con una nueva camada de jugadores apodada la generación Ye-Ye donde Sanchís, Pirri, Velásquez y Grosso reemplazarían a Puskas, Di Stéfano, Del Sol y Santamaría el equipo blanco se consagraría nuevamente campeón europeo derrotando al Partizan de Belgrado por 2-1. Luego pasarían más de 20 años hasta la generación de Hierro, Mijatovic, Redondo, Raúl y cía para volver a proclamarse rey de Europa, pero esa es otra historia….

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