quarta-feira, 16 de março de 2011

Las hazañas de PEñarol en los ´60 (2º parte)

Juan Vicente Lezcano, eficiente marcador paraguayo.
El astro brasilero y su cancerbero. Pelé y el "cholo" Ledesma posan para los fotógrafos.

Ladislao Mazurkiewicz, figura estelar bajo los tres palos.


Peñarol campeón invicto del Torneo Uruguayo de 1964 con su técnico Máspoli de pie



Pedro Virgilio Rocha eximio volante de formidable remate y buen cabezazo
Con la firme intención de mantener su reinado, los dirigentes carboneros repatriaron al “pardo” Abbadie procedente de Lecce con 32 años y una vasta experiencia en Italia para reemplazar al joven Luis Cubilla quien cruzaba el Océano Atlántico para recalar en el poderoso Barcelona. La otra incorporación resonante fue la llegada del brasilero Moacyr quien se desempeñaba en River Plate de Argentina como parte del llamado “Fútbol Espectáculo” que se había puesto de moda a comienzos de los ’60 en el vecino país que consistía en la contratación demesurada de jugadores extranjeros por parte de los principales clubs – a riesgo de llevarse algunas sorpresas - para favorecer el alicaído fútbol argentino que tras el desastre del Mundial de Suecia se había vuelto mezquino y poco atrayente para los aficionados.
Peñarol no era ajeno a ese fenómeno, pero a diferencia de los equipos argentinos supo realizar mejores contrataciones (Joya, Spencer) y además impulsó a algunos jugadores de divisiones inferiores que en 1962 llegarían a la titularidad, tal el caso del exquisito volante Pedro Virgilio Rocha o el destacado defensor Roberto Matosas y además mantuvo la base que había logrado los títulos anteriores: Sasía, Goncalvez, Cabrera, Maidana, Cano y Lezcano entre otros.
Tras una propuesta de Washington Cataldi ante la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) se decidió que a partir de 1962 el campeón reinante ingrese en semifinales de la Copas Libertadores, eso posibilitó que ingresara un segundo equipo del país campeón, ese año fue Nacional – subcampeón del año anterior – con la condición que si clasificaba en la primera fase enfrente al campeón en semis para evitar una final entre coterráneos.
Nacional había contratado a Hugo Bagnulo con el propósito de detener la serie de triunfos locales de Peñarol. Había conformado un buen plantel con un buen arquero como Sosa, defensores de gran categoría y fuerte personalidad como Troche y “cococho” Álvarez más un incansable y bravo centrocampista como Eliseo Álvarez, un veloz puntero derecho como Domingo Pérez y la potencia goleadora de Escalada y Douksas. Superó sin problemas en la primera rueda nada menos que al poderoso Racing argentino de Belén, Rubén Sosa, Pizzutti, Sachi y Corbatta y al Sporting Cristal peruano y sería el esperado rival de los mirasoles, quienes veían de reojo y con desconfianza el buen funcionamiento de su eterno rival en la Copa.
Pero una vez más las tratativas de Cataldi lograron una postergación para luego del Mundial de Chile aduciendo que la Selección Uruguaya tenía concretada una gira de amistosos por Europa y necesitaría nutrirse de jugadores de ambos equipos. Los aceitados contactos del dirigente carbonero en Buenos Aires – sede por ese entonces de la CSF – y la falta de reacción de los dirigentes de Nacional posibilitaron que el plan se cumpliera.
Tras la partida de Roberto Scarone – para dirigir junto a Bagnulo y Juan López la selección durante la disputa del Mundial de Chile – se contrató para la nueva temporada al entrenador húngaro Bela Guttman recientemente desvinculado de Benfica, un técnico que le sumaría una dosis de táctica europea al equipo carbonero colocando a Spencer decididamente de centrodelantero y ensayando las variantes más disparatadas en un equipo con jugadores dotados de una avasallante personalidad y estilo de juego que chocaba constantemente con las ideas del magiar.
Nacional sufrió la desgracia de la fractura de tibia y peroné de Eliseo Álvarez en el partido ante URSS por el Mundial chileno, razón por la cual jugó el suplente Rubén González, un volante de notable calidad y buenos pases, pero situado en las antípodas del lesionado. Así y todo los “bolsos” se impusieron por 2 a 1 con goles del propio González y el “negro” Escalada descontando Moacyr para los carboneros; Peñarol terminó con 9 – por expulsiones del brasilero autor del gol y de “tito” Goncalvez – y Nacional con 10 – Manicera se fue a las duchas antes de tiempo –.
Para la revancha Peñarol se jugaba todo conscientes que un empate depositaba a sus rivales en la final. Fue una clara victoria por 3 a 1 con doblete de Spencer y el restante de Cabrera descontando Douksas para los “bolsos”, este encuentro también fue accidentado ya que fueron expulsados uno por bando: Edgardo González y Escalada.
Para el encuentro de desempate del 22 de Julio no cabía nadie en el Centenario, Petronilo Acosta adelantó a los albos, pero apareció el héroe ecuatoriano para salvar a los mirasoles y empatar el encuentro. Se disputaron 30 minutos de alargue que no pudieron afectar el resultado. Peñarol clasificó entonces por haber marcado un gol más en los tres encuentros. En la final lo esperaba nada menos que el Santos de Pelé.
Pelé pudo jugar las finales tras reponerse de una lesión muscular sufrida en el Mundial de Chile ante Checoslovaquia. El astro estaba en el pináculo de su carrera a los 22 años y se había constituido en jugador, cerebro, conductor y goleador de ese mítico equipo donde oficiaba de director de orquesta. Sus compañeros Pepe, Coutinho, Mengalvio, Dorval lo secundaban en un concierto donde los toques, los amagues, el pelotazo largo con admirable precisión, el pique por sorpresa y el remate de media distancia eran sus armas más poderosas.
La primera final en el Centenario fue sorpresiva para los locales puesto que el Santos supo aguantar los embates de los mirasoles y jugando con gran tranquilidad ganaba al final del primer tiempo por 2-0 con doblete de Coutinho. Peñarol fue una tromba en el complemento, pero una y otra vez Gilmar impedía el descuento hasta que faltando 15 minutos Spencer colocó el definitivo 2-1 que prácticamente consagraba campeón al equipo brasilero, pues ni el más optimista esperaba una victoria en Brasil después de lo que acababan de presenciar.
Sin embargo, Peñarol hizo un partido extraordinario en el pequeño estadio de Villa Belmiro. Se puso en ventaja con gol de Spencer tras una magnífica pared con Sasía, empató Dorval tras gran jugada individual 10 minutos después, y casi al final de la primera etapa Mengalvio estableció el 2 a 1 parcial que ratificaba en la red la gran presión a la cual fue sometido el equipo aurinegro.
Pero a pesar de la ventaja local el clima estaba bastante caldeado pues la “torcida” y el banquillo del Santos reclamaban que el juez chileno Carlos Robles no había sancionado dos claros penales a Coutinho y Pepe.
El colmo llegó con el empate de Spencer tras un corner cuando los locales reclamaban que los delanteros uruguayos le habían lanzado arena a los ojos al experimentado arquero Gilmar. Dos minutos después el “pepe” Sasía desnivelaba, aunque los paulistas protestaban por infracción sobre Calvet en la jugada del gol.
A partir de ese momento comenzó una lluvia de botellas, una de ellas impactó en la cabeza del propio referee. Como consecuencia de ello el árbitro fue retirado aturdido al vestuario donde fue atendido por los médicos mientras los dirigentes locales, cuerpo técnico y hasta políticos le exigían con amenazas inclusive que continuara el partido. El mismo se reanudó casi una hora y media después con los espectadores en estado de vigilia. Pagao empató a los 77 minutos pero el clima seguía espeso, otra botella impactó en el juez de línea Massaro y una piedra sobre la humanidad de Juan Lezcano; nuevamente el partido se suspendió por 10 minutos y se reanudó. Cuando faltaban 5 minutos una falta de Mauro sobre Joya al borde del área es sancionada por el árbitro como penal, pero luego de las encendidas protestas de los jugadores brasileros reconsidera el fallo y cobra tiro libre. Finalmente da por concluido el encuentro cuando todavía faltaban 3 minutos para cumplir el tiempo reglamentario.
Santos festeja el título de manera descontrolada. Jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y algunos “torcedores” se abrazan, corren, saltan y gozan. Pero el árbitro no tenía la misma opinión, de modo que informó a Cataldi y al representante de la CSF que el partido oficial había sido suspendido a los 51’ por falta de garantías y que los restantes minutos se jugaron de manera amistosa para evitar mayores incidentes por la presión que habían ejercido los dirigentes santistas sobre su persona, por lo tanto el empate de Santos no tenía validez y el resultado final era 3-2. Estos dichos fueron ratificados días después en su informe oficial. Los brasileros apelaron el fallo ante la CSF sin obtener resultados. Se propuso disputarse un desempate el 17 de Agosto en el estadio Monumental de RIver Plate en Argentina. Peñarol se presentó formalmente a sabiendas que el Santos no lo haría – adujeron problemas de calendario – y así realmente ocurrió.
Finalmente y ante la desinteligencia de las parte la CSF intervino fijando el 30 de Agosto como fecha definitiva. Los aficionados argentinos, más una buena cantidad de uruguayos y un puñado de brasileros tuvieron la oportunidad única de observar cómo se dirimía la historia entre dos de los mejores equipos de la década un entusiasta Peñarol y un Santos todavía disconforme que ratificó plenamente su superioridad venciéndolo por 3 a 0.
El primer gol, a los 11 minutos, fue una acción desafortunada de Caetano en contra de su propia valla tras desviar un tiro débil de Coutinho. Luego apareció Pelé en el complemento, primero con un remate de más de 25 metros inalcanzable para Maidana y finalmente cuando faltaba un minuto resolvió como lo hacen los cracks, durmió con el pecho un centro y de sobre pique la clavó en el segundo palo.
Peñarol caía por primera vez en una final de Copa Libertadores, sin embargo le quedaría tiempo para conseguir una de las mejores campañas que se recuerden en el Campeonato uruguayo de ese año. Consiguió 33 puntos sobre 36 posibles, ganó 16 empató 2-2 con Defensor y solo perdió 1-2 frente a Fénix. Convirtió 54 goles – de los cuales Spencer fue al máximo anotador con 17– y solo recibió 9.
Peñarol se dio el gusto de derrotar a Nacional 4-1 con triplete de Sasía y el restante de Abbadie en el primer clásico. Bela Guttman viajó a Europa por problemas de salud y asumió interinamente Pelegrín Anselmo, un ídolo de los años ‘20 y ’30, hasta la vuelta del húngaro.
En el clásico de la segunda ronda triunfaron nuevamente los aurinegros por 2 a 0 con tantos de Spencer y Joya y lograron así el campeonato dando la vuelta olímpica en el Centenario frente a sus rivales de toda la vida y logrando lo que se llamó el “Quinquenio” tras obtener el título por quinto año consecutivo. Los festejos se extendieron durante varios días e inclusive faltaba un partido con Fénix al cual vapulearon por 4-1 para coronar la fiesta.
Guttman se fue al concluir el torneo. Comentan algunos cracks de la época que no terminaban de entender sus indicaciones y que la situación que precipitó la despedida fue la prohibición de tomar mates (1) en la concentración de “Los Aromos”, algo que ningún uruguayo de pura cepa podría asimilar.
Para la temporada de 1963 se contrató como entrenador a Roque Máspoli, ex arquero de los carboneros y de la “celeste” que había sido parte del “Maracanazo”. Regresó Ernesto “el cholo” Ledesma de Wanderers y no se produjeron grandes novedades en el plantel.
La reconquista de la Copa Libertadores era el gran objetivo. El primer rival fue el modesto Everest de Ecuador, un equipo que estaba futbolísticamente muy lejos de la actualidad de la LDU de Quito. Peñarol se paseó tanto en Guayaquil (5-0) como en Montevideo (9-1). El hecho curioso fue que en ambos cotejos Alberto Spencer se enfrentó a su hermano Jorge y que a pesar de la goleada propinada en Ecuador, el delantero no pudo convertir, pero en el desquite convirtió 5 goles.
Boca Juniors fue el rival en semifinales. Se trataba del primer equipo argentino que disputaba seriamente la Copa pese a las críticas del periodismo que cuestionaban su desapego al torneo local donde alternaban muchos suplentes. Era un equipo con una gran defensa y jugadores de gran experiencia entre los que se encontraban el arquero Errea, el caudillo Rattín, el brasilero Orlando, el incansable veterano Grillo tras su retorno del Milan; Alberto Gónzalez, de gran despliegue, la dupla Ángel Clemente Rojas - “Beto” Menéndez en la creación y una delantera donde el brasilero Paulo Valentim y Sanfilippo podían jugar juntos sin inconvenientes a pesar de ser ambos grandes goleadores, todos llevados de la mano por la dupla técnica que integraban Adolfo Pedernera y Aristóbulo Deambrosi(1).
En Montevideo Boca demostró que a costa de un gran esfuerzo físico, futbolístico y psicológico podía doblegar a Peñarol. Lo derrotó 2 a 1 con doblete de Valentim y un gol en contra de Orlando. La clave del partido estuvo en la gran actuación del delantero brasilero que resultó imparable, de Rulli maniatando a Rocha, de la zaga central dejando pocos espacios para los embates de Spencer, y de Néstor Errea anticipando brillantemente las jugadas de peligro y salvando su valla ante disparos de todo calibre.
La revancha en la Bombonera fue favorable al local desde el comienzo y se puso en ventaja con un extraordinario tanto de Sanfilippo al inicio del complemento, luego se dedicó a aguantar el resultado ante la inoperancia de Peñarol que no logró imponer su juego y en un partido que se calentó resultando expulsados Caetano y Abbadie por los uruguayos y Valentim y Novarini (reemplazó a Rattín, lesionado, en el complemento) por los argentinos. Por primera vez Peñarol no llegaba a la final de la Copa Libertadores, y la revancha con el Santos tendría que esperar al menos un año.
Tampoco pudo Peñarol adjudicarse el torneo Uruguayo, pues dos derrotas ante el modesto Racing lo alejaron del título pese a vencer a Nacional en los dos encuentros por 2-1 y 1-0 quedando solo a un punto del campeón y consagrando a Pedro Rocha como goleador del torneo – 18 goles – . Solo pudo ganar esa temporada el Torneo Cuadrangular, una competencia de menor importancia. Fue el primer año sin títulos de la trío dirigente Güelfi-Cataldi-Parrabere, pero pronto se recuperarían con creces.
No participó de la Copa Libertadores de 1964 pues Nacional había roto la hegemonía aurinegra del Quinquenio, por lo tanto se dedicó enteramente al Campeonato Uruguayo que obtuvo finalmente de manera invicta con 12 puntos de diferencia sobre Rampla Juniors y 13 sobre Nacional – más entusiasmado con la Copa Libertadores que con el torneo local – ganando 16 encuentros y empatando solo 2 ante Racing y Wanderes y ultimando a Nacional por 2-1 en la primera rueda y 2-0 en la penúltima fecha cuando ya se había adjudicado el título. Convirtió 42 tantos y solo recibió 11.
Con el monto de la millonaria transferencia de Roberto Matosas a River Plate por una suma que se consideraba exagerada en esa época para un defensor, fueron incorporados Héctor “Lito” Silva, proveniente de Danubio y Miguel Reznik, jugador argentino de Independiente de Medellín que contribuyeron con sus goles a la gran campaña y lograron que los mirasoles vuelvan a jugar la Copa Libertadores en 1965.
Nuevamente apareció la mano de Cataldi con la habilitación del “pardo” Abbadie para disputar el torneo continental, puesto que por la expulsión ante Boca de 1963 había sido suspendido por un año, la CSF convalidó el reclamo de Peñarol que argumentó que al no participar de la edición del año anterior la pena estaba cumplida. Integró el grupo 3 formado por Deportivo Galicia de Venezuela y Guaraní de Paraguay que a primera vista resultaba sencillo.
El modesto equipo venezolano fue un rival más difícil de lo esperado, un empate a cero en Caracas fue considerado valioso teniendo en cuenta que Lezcano y Rocha fueron expulsados, siendo suspendido el primero por el resto del torneo y significando una baja importante para el conjunto dirigido por Máspoli. Pero Cataldi no se quedó con los brazos cruzados y denunció que el conjunto venezolano había incluido en su formación a su compatriota Leopardi, quien no se encontraba habilitado por la AUF para jugar en Galicia. La CSF falló a favor de Peñarol y entonces le dio por ganado el partido por 2-0 en un fallo inédito.
La revancha en el Centenario fue un partido arduamente disputado donde el local venció 2-0 con tantos de Joya y Abbadie, sin embargo Edgardo González resultó fracturado tras un choque en el primer tiempo siendo reemplazado por el joven Forlan. Abbadie y Sasía tuvieron que retirarse lesionados en los últimos minutos. El “pardo” no volvería a jugar en la Copa de ese año.
Peñarol debía suplir la ausencia de Spencer, quien se recuperaba de una lesión, por lo que jugaba con “lito” Silva o Reznik como centrodelantero, pero ante la dolencia de Sasía jugaron juntos ante el Guaraní dirigido por Ondino Viera (2) en Asunción. El agobiante calor y la fuerza física de los locales doblegaron a los mirasoles que cayeron derrotados por 2 a 1. En la revancha Peñarol venció por 2-0 con goles del recuperado Sasía y Silva clasificando cómodamente para las semifinales donde tendrían la posibilidad de vengarse del Santos de Pelé.
El primer encuentro disputado en el estadio Pacaembú no comenzó de la mejor forma para los carboneros puesto que el equipo brasilero ganaba por 3-0 a los 8 minutos y por 5-2 al final de la primera etapa soportando un concierto de Pelé, Coutinho y asociados. Pero con la relajación propia de la ventaja y un poco de garra charrúa Sasía y Rocha acortaron el marcador y tuvieron al equipo local arrinconado en su propia área durante los últimos 6 minutos buscando la paridad, pese a lo cual no se modificó el score.
Se sabía que la historia en el Centenario no sería sencilla, pero la fiereza defensiva, la implacable marca del “cholo” Ledesma sobre Pelé y el amor propio de los aurinegros contribuyeron a forjar el triunfo por 3-2 con un gol de Silva a 2 minutos del final y cuando el Santos trataba de conservar el balón para asegurarse la clasificación.
Nuevamente el estadio de River Plate en Argentina fue sede del desempate tal como ocurriera 3 años atrás. Un acto de indisciplina del experimentado arquero Maidana provocó su separación y la chance para una joven y espigado guardameta de 19 años proveniente de Racing llamado Ladislao Mazurkiewicz. En un partido cargado de dramatismo Joya abrió el marcador en el segundo tiempo igualando Pelé minutos después con un tremendo disparo de 25 metros. Ninguno pudo desnivelar en los 90 minutos y fueron a la prórroga donde Sasía definió el partido.
Independiente era el actual campeón, había eliminado a Boca tras 3 partidos tremendos y quería revalidar el título, poseía un equipo bien estructurado con algunos jugadores desequilibrantes como Bernao, Mario Rodríguez, Mura y Savoy más otros jugadores con gran temperamento que en algunos casos rozaba la brusquedad como en el caso de Navarro. La primera final se disputó en Avellaneda con un planteo cauteloso de Peñarol que aguantó las embestidas de su rival soportando inclusive la expulsión de Sasía por arrojarle tierra en los ojos al arquero Santoro en la ejecución de un corner, hasta que a los 83 minutos cuando Bernao señaló el 1-0 definitivo.
Con la oportuna inclusión de Rerznik por el expulsado Sasía, Peñarol arrolló al equipo argentino en el Centenario por 3-1 con gran esfuerzo convirtiendo Goncalvez, el propio Reznik y Rocha debiendo disputarse el desempate en Santiago de Chile cuatro días después.
El jueves santo de 1965 en el estadio Nacional de Santiago hubo un único equipo: Independiente, que pese a la resistencia opuesta por los mirasoles fue superior durante todo el cotejo. Ganaba 2-0 promediando la primera etapa con un gol de Carlos Pérez en contra desviando un remate de Mura y otro de Bernao tras pase de Avallay con el pecho.
Insinuó Peñarol una reacción, pero en un contraataque Avallay colocó el 3-0 a los 33 minutos. El árbitro peruano Yamasaki cobró un penal inexistente a favor de los uruguayos que Rocha se encargó de desviar, pero faltando un minuto para el descanso Joya pudo descontar. Los dos equipos terminaron la etapa con 10 jugadores por expulsión mutua de Ledesma y el capitán argentino Maldonado.
En el complemento Independiente se defendió soportando el desesperado asedio de su rival que sobre el final sintió el esfuerzo realizado en el Centenario. Hasta que faltando 6 minutos Mura arrancó desde mitad de cancha sorteando rivales, eludió al arquero Mazurkiewicz y desde un ángulo cerrado colocó el 4-1 definitivo y lapidario ante la ovación de los privilegiados espectadores. Hubo tiempo para que Sasía se haga expulsar como resultado de la impotencia tras agredir sin pelota a Mori en la que sería su última actuación en la Copa defendiendo la casaca de Peñarol.
Con mucha bronca por la final perdida, pero con la serenidad de haber hecho todo lo posible superando lesiones, suspensiones, dejando atrás al Santos de Pelé y forzando un desempate en la final Peñarol encaró el torneo uruguayo como si fuera una forma de redención.
Se consagró bicampeón esgrimiendo una campaña similar a la del año anterior obteniendo 15 victorias, 2 empates ante Nacional y cayendo derrotado en la última fecha ante Fénix por 1 a 0 cuando ya había obtenido el título. Superó a su eterno rival por 5 puntos en una campaña donde al final de la primera rueda lo aventajaba por 3 unidades. Convirtió 43 goles y recibió 17 siendo Rocha con 15 tantos el goleador del torneo y Spencer con 12 conquistas su escolta.
Con el título obtenía nuevamente la chance de jugar en la Copa Libertadores del próximo año donde por primera vez participarían los subcampeones. (3)
Con esta medida la Copa se transformó en una verdadera maratón donde los equipos llegarían al final del torneo con un gran cansancio por la sobrecarga de partidos.
Peñarol integró el grupo 3 junto a Nacional, los ecuatorianos Emelec y 9 de Octubre y los bolivianos Jorge Wilsterman y Deportivo Muncipal. Los “bolsos” se habían reforzado con el talentoso volante Víctor Espárrago quien actuaba en Cerro. No tenían dudas que estarían entre los 2 equipos clasificados a semifinales junto a su acérrimo rival, aunque la influencia de la altura de La Paz y Cochabamba preocupaba al cuerpo técnico que descontaba obtener casi todos los puntos de local y lograr algún empate de visitante.
El “pepe” Sasía no había terminado en buenos términos con Máspoli tras las expulsiones ante Independiente y la comisión directiva buscó una salida elegante que consistió en el trueque con Rosario Central por Julio César “pocho” Cortés que había jugado anteriormente en Sud América y Cerro, era un jugador de similares características aunque sin el potente remate de su antecesor, pero con una gran facilidad para el toque de primera. Con Lezcano y Abbadie totalmente recuperados había confianza para llegar al podio de la Copa.
El 30 de Enero de 1966 se puso en marcha la Copa para Peñarol, pero los planes previos no preveían tan dura derrota como la sufrida ante su rival de siempre que presentó una joven formación que infringió al conjunto aurinegro un contundente 4-0 con tantos de Morales, Techera, Virgili y Domingo Pérez en un encuentro donde Spencer y Viera dejaron a sus equipos con 10 jugadores. Dos días después caía en Cochabamba ante Jorge Wilsterman por 1-0 con un agónico gol de Ausberto García a 9 minutos del final.
Pocos imaginaban que tres meses después se estaría consumando una de las más grandes hazañas de la historia del fútbol uruguayo.

(1) Integrantes de la famosa “máquina” de RIver de principios de los años ’40 cuya delantera más recordada era Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lostau.
(2) Técnico uruguayo de dilatada trayectoria que también dirigió en Brasil y obtuvo con Nacional el tricampeonato uruguayo entre 1955 y 1957 que caló hondo en el sentimiento de los aurinegros y que propició el inicio del ciclo exitoso con la asunción de la nueva comisión directiva (ver primera parte).
(3) A pesar que la CSF aprobó la inclusión de subcampeones por propuesta de Cataldi en 1964, se resolvió que la medida se aplicaría a partir de la Copa de 1966. Santos rehusó participar en la Copa aduciendo que el torneo originalmente reservado para los campeones de cada país perdería su nivel aunque La verdadera razón era que las giras al exterior le reportaban mayores ganancias, ya que cobrada un cachet de 30.000 dólares por partido con la presencia de Pelé, quien había alcanzado una gran magnitud como figura, frente a los casi 8.000 dólares que podía percibir en la Copa Libertadores. Los clubes que debían disputarla ese año (Palmeiras y Cruzeiro) esgrimieron las mismas razones y la CBF los avaló, por lo tanto no participaron en esa edición y en 1967 solamente participó Cruzeiro.

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